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La historia del bingo en España es una historia que ya abarca muchas décadas. Con frecuencia el paso de los años para estas salas se entremezcla con la historia misma de las ciudades donde se encuentran. Si nos remontamos a principios del siglo pasado, al año 1908; podemos asistir al inicio de las obras del Teatro Balear en la ciudad de Palma, en Mallorca. Con el nacimiento de este emblemático edificio podemos comenzar un interesante recorrido a través del devenir del ocio en la ciudad y también, por qué no, de la evolución de la sociedad que lo ha acompañado.
El aspecto que tenía el antiguo Teatro Balear nos choca al revisar las fotografías más antiguas: su ubicación en la plaza Comtat de Rosselló (cerca de la antigua muralla) era mucho más diáfana, no se habían completado las manzanas tal y como lo conocemos en la actualidad y la fachada modernista destacaba mucho más que la actual, fruto de una reforma en los años cuarenta y de inspiración neoclásica.
Es chocante descubrir que la zona fue el antiguo burdel de la ciudad, pero sea con éste o con otros usos, lo cierto es que se trata de un punto neurálgico de la ciudad. Dos siglos antes se emplazó allí el convento de los Capuchinos que, junto con su iglesia y la biblioteca; tuvo un lugar destacado en el catálogo arquitectónico de Palma. Los terrenos que fueron el huerto de este monasterio dieron lugar a la propia plaza tras la desamortización.
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El Teatro Balear en su primera época tenía un cartel adecuado a los gustos del momento: su andadura se vio vinculada al principio al teatro clásico y a la zarzuela. Se sabe que la pieza inaugural fue la zarzuela titulada «Los hombres alegres» de Paso y Abati, y pronto otros títulos de distinta temática pero formato similar llenaron la cartelera.
Nombres muy relevantes como el de Raquel Meller se unen al pasado glorioso de este escenario. Se trataba de la que posiblemente haya sido la artista española más conocida fuera de nuestras fronteras, tanto que el mismísimo Charles Chaplin le ofreció el tierno papel de la florista ciega en su obra «Luces de la Ciudad»
El Teatro Balear también celebraba espectáculos de variedades y por Navidades el circo tenía su espacio en su escenario. Como muchos otros teatros del siglo pasado, ofrecía también proyecciones cinematográficas. El cine ganó protagonismo e incluso a los pocos años de ser inaugurado, de la mano de su segundo propietario, se hicieron mejoras que potenciaban su uso como cine por más que nunca dejó de lado en la programación el espectáculo en directo. Nombres como los entrañables Charlie Rivel y Mary Santpere o los mitos de la copla y el flamenco Rafael Farina y Juanita Reina forman parte del interminable elenco de artistas que han pisado su escenario.
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Una de las artistas más internacionales que pisaron su escenario fue Sara Montiel, que cambió el rumbo del teatro para siempre convirtiéndolo en el Bingo Teatro Balear hace ya más de treinta años. Hablamos de los setenta, década en la que el bingo pasó a ser legal en España y en la que empezó a rodar tal y como hoy lo conocemos, con 90 bolas.
El espectáculo en vivo no se detuvo (Lina Morgan, Juanito Navarro, Andrés Pajares…), sino que como consecuencia lógica del conocimiento y contactos de la artista y su marido, Pepe Tous, vivió una época de esplendor y primeras figuras del espectáculo de variedades y de humor desfilaban por su escenario. De hecho la década de los ochenta supuso al bingo en España una época Este no es un hecho inusual, las salas de bingo con frecuencia comparten espacio con actuaciones en directo (actuaciones musicales, monólogos, magia…), del mismo modo que la mayoría de bingos disponen de un bar o restaurante: haciendo posible una experiencia de ocio completa es más fácil que los clientes se hagan fieles a la sala.
A pesar de los cambios en la titularidad, el Bingo Teatro Balear siguió dando vueltas al bombo y cantando números, líneas y bingos hasta hace poco. En 2014 empezó su ¿penúltima? transformación y se comenzaron las obras que habrían de convertirlo en el Gran Casino Teatro Balear que hoy conocemos.
